Mi historia vital con el agua de Puertollano

Han pasado muchos años ya, no diré
cuántos tenía y que la gente siga considerándome más joven de lo
que en realidad soy. Pero, aún jugaba con muñecas, con cajas de
zapatos y botes de todo tipo (ya reutilizando) que hacían las veces
de cama y resto de muebles de una improvisada habitación. Entre
juego y juego oía a mis padres comentar con cierta solemnidad temas
de rabiosa actualidad: «Jándula, trasvase, sequía…”, esta
última estaba muy presente, pues mi madre bien se preocupaba de que
no se malgastara ni una gota del preciado y escaso líquido. Y, sin
entender muy bien cuáles eran las implicaciones reales, en mi mente
se instauró una sensación de que el trasvase del Jándula no era
algo bueno. No podía entender cómo mi padre, mi referente de hombre
justo y buena persona por excelencia, trabajaba en algo que todo el
mundo consideraba malo, por ello, le pedí que me lo explicara.

Quizá fue el primero de los
enfrentamientos de bruces con una realidad en la que, lo bueno es
enemigo de lo mejor. Y de lo que es necesario hacer, aunque no te
guste.

El trasvase se llevó a cabo y
Puertollano agotó las reservas de agua embotellada de los
supermercados. Ya no era seguro, o por lo menos fiable, beber agua
del grifo, privilegio del que habíamos disfrutado y presumido hasta
entonces.

Fue un momento feliz en casa cuando,
aún algo recelosos, volvimos a beber agua del grifo.

Pasarían bastantes años antes de que
el ciclo integral del agua fuera una realidad. Y, mientras tanto,
sufrimos sequías y restricciones de agua, al menos de riego
agrícola.

Que hoy gocemos de una infraestructura que nos garantice poder luchar contra medidas tan drásticas, no significa que tengamos que malgastar el agua, pues sigue siendo un bien preciado que cuidar. Pero, esta infraestructura nos garantiza la posibilidad del desarrollo, desarrollo personal y empresarial. Y, lo que es más importante, un desarrollo sostenible tanto en lo medioambiental, lo social y lo económico. Y, aunque no lo piense a diario, por ser algo cotidiano, poder abrir el grifo cada día y beber agua, con la tranquilidad que no sentí entonces, es una de las cosas de las que hace tiempo, vuelvo a presumir. Además de reflexionar, como ciudadana y concejala, de cuánto ha avanzado esta ciudad.

Noelia Caballero Romero-. Concejala de Medio Ambiente, Sostenibilidad y Bienestar Animal

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