Según la OMS, hasta un 80% de las personas con hipertensión en el mundo no están recibiendo tratamiento adecuado.

Cada hora, más de 1.000 personas mueren por accidentes cerebrovasculares e infartos de miocardio, la mayoría de los cuales podrían haberse evitado. La principal causa de estas muertes es la hipertensión, una condición que afecta a 1 de cada 3 adultos en todo el mundo, pero que casi la mitad desconoce que la padece. Además, más de tres cuartas partes de los pacientes viven en países de renta baja y media.

La hipertensión puede controlarse eficazmente a través de regímenes de medicación sencillos y de bajo coste, sin embargo, solo una de cada cinco personas con hipertensión la tiene controlada. Según la OMS, si los países amplían la cobertura de la enfermedad, podrían evitarse 76 millones de muertes entre 2023 y 2050.

Aunque la edad avanzada y la genética pueden aumentar el riesgo de hipertensión, factores de riesgo modificables como una dieta rica en sal, la falta de actividad física y el consumo excesivo de alcohol también contribuyen a su desarrollo. Los cambios en el estilo de vida, como una dieta más saludable y la actividad física, pueden ayudar a reducir la presión arterial, y algunos pacientes pueden necesitar medicamentos para controlarla.

La OMS recomienda que los países den prioridad al control de la hipertensión como parte de su atención sanitaria primaria, ya que es una de las intervenciones más rentables en términos de atención sanitaria. Además, los programas nacionales sostenidos y sistemáticos de control de la hipertensión pueden tener éxito y contribuir a una vida más larga y saludable.

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